L 'ESSENTIEL se complace en anunciar su lanzamiento más reciente, y la primera edición de L'ESSENTIEL Temporada 2, en colaboración directa con Cognac Grosperrin.

El coñac en cuestión procede del corazón del cru de Fins Bois, entre las comunas de Matha Le Goulet y Thors. Las vides que produjeron el vino, y por tanto el aguardiente, proceden de unas pocas hectáreas de viñedo en el lugar denominado "Chez Train". Esta parte de Fins Bois es especialmente reputada por su producción agrícola y vinícola, prueba de ello es que el 83% de las tierras de este lugar están dedicadas a estos cultivos. Además, los registros parroquiales que datan de 1686 hacen referencia a la calidad de este sector del cru. Según el propio Guilhem Grospserrin, el terruño es Fins Bois de manual: suelo arcilloso y calcáreo.

El viticultor que cuidó con sensatez estas pocas hectáreas de viñedo no era viticultor de profesión. Trabajaba duramente en la fábrica local de placas de yeso y sólo se ocupaba de sus viñas y su jardín. Es importante distinguir entre los agricultores que cultivan viñas, como el caballero que produjo este coñac, y los viticultores y productores de coñac dedicados por entero a la producción de coñac.

A este respecto, Grosperrin comenta: "Pero hace veinte años, en el Bois (Fins y Bons), eran sobre todo agricultores cuya actividad principal no era la viticultura. Eran obreros, maestros, artesanos, agricultores por cuenta propia o ajena, y tenían algunos viñedos. Algunos de ellos cultivaban la viña como su huerto, y a menudo al mismo tiempo. Hoy en día, aunque todavía me encuentro con muchos viticultores muy pequeños, a menudo jubilados, que tienen existencias que han podido constituir gracias a otras actividades profesionales, los viticultores se han especializado, y el coñac se ha convertido en un "trabajo" a tiempo completo. Hay menos "poetas" que antes... pero esto está cambiando, ¡la nueva generación es entusiasta!"

La vendimia en "Chez Train" se realizó a mano y se completó en el plazo de una semana. Curiosamente, la intención del viticultor nunca fue ser propietario de su propio aguardiente. Su pequeña cantidad de vino solía destilarse y venderse posteriormente a una gran casa, lo que contribuía positivamente a la modesta situación financiera del agricultor. Sin embargo, la crisis económica de principios de la década de 1990 hizo que se rompiera su contrato con la gran casa. En consecuencia, se encontró a sí mismo como propietario a regañadientes de su propio aguardiente.